las magníficas cadenas montañosas, o las cordilleras, que forman los Andes en Colombia están bendecidas con una variedad extraordinaria de loros. Sobre todo pájaros de los bosques diversos de las cordilleras, se sabe poco de muchos de ellos y hasta hace poco tiempo no se los había estudiado. Sin embargo, un equipo dedicado de ornitólogos, de la organización no gubernamental colombiana Fundación ProAves, está dedicado a cambiar todo eso. Con su innovación y resistencia bajo condiciones del campo arduas, los detalles de la biología y los requisitos de conservación de estos loros están emergiendo gradualmente de las nieblas del bosque. No hay ninguna duda de que estos loros necesitan ayuda, y las actividades del proyecto "Loros de la Cordillera Central " representan el mejor comienzo posible.
Actuaciones para su conservación
Loro Parque Fundación está proporcionando la ayuda financiera y material al proyecto, tras discutir con Fundación ProAves en 2001/2 las posibilidades para la conservación de estos loros amenazados, y para utilizarlos como embajadores para la conservación de los bosques andinos que siguen desapareciendo. Ésta era una extensión obvia de la colaboración desarrollada entre las organizaciones durante varios años precedentes para la conservación del loro orejiamarilloOgnorhynchus icterotis, una especie de la misma región clasificada en la lista roja de la Unión Mundial para la Conservación - UICN - como "En Peligro Crítico".
La búsqueda diligente produjo unos resultados estupendos, y en 2003 Fundación ProAves podía anunciar al mundo, con las fotos para probarlo, que 92 años más adelante había vuelto a descubrir el loro coroniazul, habiendo atrapado un pequeño grupo en el bosque nublado alto. Ésta era recompensa justa por sus esfuerzos, y por ello recibieron, no solo un amplio reconocimiento internacional, sino que también impresionaron a las autoridades colombianas hasta el punto que el servicio de correo nacional emitió un sello conmemorativo sobre el redescubrimiento del loro coroniazul. Pero la aparición de esta especie de la oscuridad no paró allí. El equipo encontró casi inmediatamente un nido activo del loro coroniazul, con los adultos alimentando a una nidada de jóvenes en una cavidad natural con la entrada del nido a 2,4 metros del suelo. Se encontraba en un lugar a 3.200 m sobre el nivel del mar, en conformidad con la distribución altitudinal entre 2.600 y 3.800 m
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